Autismo

Hace unos días el artista Jordi Machí y un servidor hablábamos con la madre de Nicolás -un joven con autismo de origen colombiano, que recientemente se graduó de la universidad en EEUU. La intención de nuestra llamada era entender mejor el mundo de alguien que nace con esta condición y que gracias al amor incondicional de su familia y de sus maestros es capaz de conseguir realizarse como ser humano.
Una de las cosas que más nos impactó de Nicolás fue su tenacidad y su empeño por sentirse parte de su comunidad. Su madre nos explicaba que desde pequeño Nicolás no quería convivir exclusivamente con otros niños con autismo. Nicolás quería convivir con todos los niños y sentirse que era parte de un todo más grande en dónde primara la inclusión.
Las barreras que tiene que superar alguien con autismo son enormes pues se les etiqueta como alguien con una discapacidad. Es verdad que a las personas con autismo les puede resultar particularmente difícil navegar en el mundo de los “normales”. Pero, ¿qué significa esto? ¿Aprobar en la escuela? ¿Quién no reprobó matemáticas alguna vez? Y sin embargo, hay personas con autismo que se podrían calificar de genios si sólo se les mide por su capacidad de resolver problemas de algebra o trigonometría. Si intentamos apreciar a las personas con autismo encontraremos que tienen una capacidad superior al promedio en términos de atención al detalle y concentración. Seguimos empeñándonos en separarnos los unos de los otros, buscando las diferencias que hacen a los demás “inferiores” a los de “nuestra tribu”. Nos empeñamos en resaltar estas diferencias como si esto nos fuera a hacer más fuertes. Se nos olvida que la fuerza de nuestra especie y de la naturaleza radica precisamente en las diferencias. Se nos olvida que con cada variación incrementa nuestra capacidad como especie de adaptarnos a un entorno eternamente cambiante. Cada diferencia aporta un punto de vista adicional a nuestra cosmovisión colectiva. En nuestra diversidad radica nuestra fuerza como especie. Este mes es el mes del autismo y en Casa Gama queremos aprovechar para generar conciencia sobre este colectivo que es frecuentemente marginado de forma injusta – más que por maldad, por ignorancia. Aprendamos a apreciar lo que sumamos cada uno de nosotros y valoremos nuestra humanidad por encima de nuestras diferencias.
“He estado trabajando en algo así para el autismo, el niño està en su mundo de construcciones totalmente absorto, el mundo exterior practicamente no existe, o no lo entiende porque es demasiado complejo, sus padres en su cabeza son una red de neuronas enredadas y emociones que no consigue comprender”. Jordi Machí
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